martes, 21 de junio de 2022

BASS RAGTIME


El Ragtime.

Este estilo fue el más popular entre 1880 y 1910 .  Lo popularizaron los músicos negros que tenían ciertas nociones de música clásica. Al contrario de lo que sucede con el blues, el Ragtime no se improvisaba. Tenía necesidad de una partitura, el piano era el principal  instrumento, así como las muy populares pianolas.

Sus dos principales compositores de Ragtime fueron Tom Turpin (1871-1922) y Scott Joplin(1868-1917).En una entrevista de 1913 publicada en el periódico negro New York Age, Scott Joplin afirmó que había habido "música ragtime en Estados Unidos desde que la raza negra estuvo aquí, pero la gente blanca no se dio cuenta de ello hasta hace unos veinte años [en la década de 1890]".

La forma general de ragtime, tiene dieciséis compases de largo y consta de cuatro frases de cuatro compases. La característica definitoria de la música ragtime es un tipo específico de síncopa en el que se producen acentos melódicos entre los ritmos métricos. Esto da como resultado una melodía que parece estar evitando algunos tiempos métricos del acompañamiento al enfatizar notas que anticipan o siguen el tiempo.

El Ragtime se escribe en compás de 2/4. Suele comenzar con una introducción de 4 compases. En este caso, esa introducción está diseñada sobre el acorde de dominante.

La forma que tiene es: A-A-B-B-A-C-C-D-D. Por lo general, cada una de estas partes, tiene 16 compases. Esta es una forma más o menos estándar que podemos encontrar, ya que muchas de las piezas de la época presentan pequeñas variantes como una coda, usar frases de 2 u 8 compases, o suprimir alguna de las partes. 


PRINCIPALES CONTRABAJISTAS 

 John Lindsay




Contrabajista  (Nació el 23 de Agosto de 1894, New Orleans, LA - Murio el 3 de Julio en 1950, Chicago, IL).

También interpreto como trombonista durante su carrera. 

Trabajo con las formaciones de Quinn Wilson, Omer Simeon, Bud Scott, Barney Bigard, Sidney Bechet, Baby Dodds, Wellman Braud, Johnny St. Cyr, Zutty Singleton, Kid Ory, Earl Hines, Johnny Dodds.



  Jalea Roll Morton


 
Bill Johnson



Bill Johnson (10/8/1872-3/12/1971) y uno de los primeros líderes de banda en llevar el estilo de jazz de Nueva Orleans fuera de la ciudad. En 1909 era el líder de una banda en California. En 1912 envió por Freddie Keppard  y varios otros músicos de Nueva Orleans y recorrió el país hasta 1918 en el circuito Orpheum bajo el nombre de  Original Creole Orchestra . La banda era muy popular y sin duda introdujo a su público norteño al jazz por primera vez.

Johnson fue en realidad quien consiguió el concierto en el Royal Garden de Chicago, pero contrató  a King Oliver  para liderar la banda, por lo que la Original Creole Orchestra eventualmente se convirtió en  King Oliver's Creole Jazz Band , y Johnson continuó tocando el bajo en la banda hasta que el grupo se separó en 1923.

Dirigió su propia banda en Chicago durante muchos años después de eso y también tocó en algunas de  las  bandas de Johnny Dodds . Continuó viviendo y tocando en Chicago hasta la década de 1950 cuando se retiró de la música y se mudó a México. La hermana de Bill Johnson era Anita Johnson Gonzales, con quien  Jelly Roll Morton  tenía una larga historia como su amante y socia comercial. Morton afirmó que estaban casados, pero nunca se han encontrado documentos legales que respalden esta afirmación.



King Oliver's Creole Jazz Band de izquierda a derecha: Baby Dodds, Honore Dutrey, Bill Johnson, Louis Armstrong, Johnny Dodds, Lil Hardin-Armstrong y en primer plano King Oliver.


El nombre swing se aplicó más tarde a un estilo temprano de jazz que se desarrolló a partir del ragtime. Durante los años treinta, las orquestas lideradas por Benny Goodman o Glenn Miller desarrollaron un nuevo estilo, llenando las salas de baile de los Estados Unidos, donde surgió a ritmo de swing, el baile  popular del charlestón o el Lindy hop.


RAGTIME EN ESPAÑA.

Articulo de los felices años 20( https://meencantaelswing.wordpress.com/2021/03/28/el-jazz-en-espana-los-felices-anos-20/)

 La primera referencia a la nueva música la encontramos en la prensa en 1918, en la revista Mundo Gráfico de 2 de enero de 1918,  bajo el título “Notas gráficas de los Estados Unidos”, se muestra una escena casi circense: la foto de un peculiar clarinetista junto con cuatro señoritas divertidas por la escena. En el pie de foto se lee: Muchachas norteamericanas oyendo la música de la nueva danza “Jazz”, que ha venido a reemplazar al “fox-trot” y al “five-step”.A partir de ese momento se suceden las noticias que dan testimonio de la actuación de orquestas de jazz o jazz-bands.

 La primera (según recoge Faulín) hace alusión a un baile en la casa de los señores de Ribón, en su casa de Biarritz, amenizado por una jazz-band (La Época, 5-10-1919). Esta misma orquesta podría ser la que unas semanas más tarde puso música a una “souper gran moda” en el Hotel Palace de Madrid (La Época 23-10-1919).

No se sabe el nombre de la banda que actuó en casa de los Ribón o en el Hotel Palace, pero sí que, en octubre de 1919, la autóctona Orquestrina Tziganes Americana Nic-Fusly es contratada en exclusiva para actuar en la inauguración del Hotel Ritz de Barcelona. 

Esta formación, cuyo nombre obedece al nombre de sus fundadores (Gustav Nicolau, Miquel Fusellas e Isidre Pauli) es quizás la primera orquesta española en incorporar a su repertorio música de jazz -entendida en términos muy amplios-. También será la primera orquesta en grabar, tan pronto como en 1920.

Las orquestas de tziganes eran un tipo de formación típica de la década anterior y presente en toda Europa. Estaban compuestaa por dos pianos y una sección de cuerda (violines, violonchelo y contrabajo). La novedad era la adición de una batería (instrumento que en sí mismo era conocido como jazz band) y un banjo. Según Pujol Baulenas, su idea era hacer agradables y gratos al oído los entonces llamados “estridentes y disonantes” acordes de las jazz-bands.

En la Orquestrina Nic-Fusly ya figuraba como pianista y encargado del jazz-band (baterista) y de otros muchos instrumentos un jovencito Joan Durán Alemany, que adquiriría más protagonismo en años posteriores. Además de él, formaban parte de esta banda Miquel Fusellas (contrabajo y saxofón), Isidre Paulí (piano), Enrique Sanz Vila (viola y bandoneón), Santiago Margenat (violoncelo), Andreu Mogas (viola y flauta de vara), Jenaro Oltra (saxofón y clarinete), , Ramón Domínguez (contrabajo), Miquel Alfonso (segundo violín) y Gustau Nicolau i Cosson (violín y director).




Esta fue la primera orquesta española en grabar «jazz» -unos 20 temas ya en 1920, algunos fox-trot pero también valses, one-step, fado y otros géneros, todos ellos difíciles de localizar- y estuvo en activo con diferentes nombres -como The Nic-Fusly Band- hasta por lo menos 1941




Ramón Domínguez (contrabajo)



La denominación surgió de los apellidos de sus fundadores Gustavo Nicolau (director), que deshizo la Orquesta que dirigía en el Palace de Barcelona para formar la nueva, Miguel Fusellas (contrabajo y saxofón) e Isidro Pauli (piano y segundo director). Al principio constó de siete miembros que pronto se convirtieron en nueve. Además de los  tres citados, figuraba Enrique Sanz Vila (viola y bandoneón pero que también tocaba el violín el, tubofón y jazz-band), el después tan popular Juan Durán Alemany, llamado el hombre del ruido, por tener  a su cargo cuarenta instrumentos, Andrés Mogas (viola y flauta de varas), Jenaro Oltra (saxofón y clarinete), Santiago Margenat (violoncello), Ramón Domínguez (contrabajo) y, finalmente, Miguel Alfonso (2º violín). en 1907 aparece con su nueva creación:



La Nic-Fusly, con diversos cambios entre sus componentes, realizó una larga gira por Europa entre 1924 y 1929 y, tras la guerra civil, regresó al hotel Ritz pero, siguiendo la imposición de los tiempos, hubo de cambiar su nombre, que no tenía nada de extranjerizante, por el de Orquesta Nicolau, que continuaba siendo su director.

Su éxito fue tal que pronto surgieron otras formaciones ,como la nueva Orquestrina Verdura, liderada por el pianista Agustín Verdura, que incluía una corneta y un trombón.Esta orquesta también realizó grabaciones desde 1920.

Estas orquestas autóctonas surgen como imitación de las orquestas extranjeras que llegan a España vía Londres o París. El jazz incipiente era la nueva moda en toda Europa. En 1919, la Original Dixieland Jass Band -cuyas grabaciones pioneras realizadas en 1917 ya se comercializaban en España- realizó una gira de más de un año por Inglaterra. De forma similar, ese mismo año, Sidney Bechet realizó una gira por Europa con la Southern Syncopated Orchestra de Nueva York.

No se tiene constancia de que ninguna de estas dos afamadas formaciones pasasen por España, pero sí llegaron otras directamente desde París. La presencia en España de estas orquestas se debe a dos factores principales: por un lado, la atracción que ejercían lugares de veraneo de la alta sociedad en el norte de España (Santander, San Sebastián…), por otro, la enorme competencia que se daba entre las orquestas en París y, la supresión de las actuaciones en muchos locales, para evitar el pago de nuevos impuestos por los espectáculos, que se aprobaron para financiar la reconstrucción del país en la posguerra.

A partir de 1920 se multiplican las noticias sobre orquestas españolas calificadas como “jazz band”. En los primeros años de la década encontramos referencias (aunque no mucha más información) a diversas bandas:

  • En Madrid la Orquesta Marchetti, la Orquesta Jazz Band White and Black, el Jazz Band Padureano o la orquesta Los Ibáñez.
  • En Barcelona la citada Orquestrina Nic-Fusly en el Hotel Ritz, la Orquestrina Verdura en el Apolo Hall, la Orquestrina Tzigana de Jaime Planas o la Doré Jazz Band en el Edén Concert.

A finales de 1921 se forma la que sería una de las principales bandas de jazz activa hasta mediados de los años 40: la Demon’s Jazz Band, dirigida por toda una personalidad de la escena musical catalana, Llorenç Torres Nin, “Maestro Demon”. Esta banda, formada en el Gran Café Catalán, pronto instalaría su cuartel general en el Hollywood Dancing de Barcelona. Su primera grabación fue el tema “Demon Jazz”, pero a lo largo de la década registraron bastantes discos, con canciones de géneros muy variados: fox, pasodoble, charlestón, chotis.

El Maestro Demon, de origen menorquín, era pianista y compositor, de los primeros en escribir arreglos eminentemente jazzísticos, lo que le supuso el apodo de «Rey del Jazz-Band» y de «Paul Whiteman español”. Fue una importante figura en la escena musical, como pianista, como compositor y como productor de espectáculos durante casi 50 años.

A finales de los años 20 surgen otras orquestas, lideradas por músicos que tendrían protagonismo en la década siguiente. Es el caso de Martín Lizcano de la Rosa, y sus Crazy Boys; de Joan Sobré, que en 1929 formó una orquesta de jazz que sería el embrión de la orquesta Miuras de Sobré; o del violinista Sigfredo Rivera, que tocaba en la banda Six Gay Players.

También había orquestas amateurs, más modernas que las profesionales. Entre ellas la Dernier Jazz Orchestra, que ya funcionaba en torno a 1920; o los Each Day Waeried Jazzers de César Gamboa (en torno a 1928), que se convertiría en The Happy Jazzers.

Esta referencia a “jazz-band”, que se utiliza de forma generalizada en esos años, alternándola con el apelativo de orquestas “excéntricas”, viene a significar cosas diferentes, aunque relacionadas: por un lado, “jazz-band” es la denominación de la batería, un instrumento que hasta entonces no era nada habitual en las orquestas; también “jazz-band” hace alusión, según su sentido literal, a la banda de jazz en su conjunto; y, por último, designaba de forma genérica la música que este conjunto interpretaba, que no era necesariamente jazz.

No sabemos realmente el tipo de música que interpretaban estas bandas, puesto que la única referencia sonora que tenemos es la de las primitivas grabaciones de aquellos años, y al escucharlas vemos que el estilo interpretativo dista bastante de lo que actualmente se considera jazz. Se trata de una música bailable más cercana al fox-trot y a la música de orquestas como las de Paul Whiteman o Jack Hylton. Eso no significa que la música que se tocase en las salas de baile fuese la misma y, además, ha de tenerse en cuenta que para muchos aficionados de esa época, tanto en España como en otros países, e incluso en Estados Unidos, el jazz estaba representado por esas grabaciones al estilo de la orquesta de Paul Whiteman y otras orquestas de música bailable y “jazz ligero”. No olvidemos la enorme popularidad de Paul Whiteman en Estados Unidos en toda la década de los 20, que le llegó a coronar como “el rey del jazz” y que las verdaderas bandas de jazz, como la de Joe Oliver o la de Jelly Roll Morton, no realizarían grabaciones hasta 1923 y no entraron en las listas de éxitos hasta un tiempo después.

Por otro lado, sabemos que estas orquestas, tanto en las salas de baile como en sus grabaciones, además de música de origen norteamericano, principalmente fox-trot, incorporan en su repertorio otras músicas de moda, como tangos, valses, pasodobles, fados…
La novela Fútbol… Jazz-Band, de Rafael López de Haro nos regala una descripción de cómo sonaba una de estas jazz-band en directo:



“Los jazz-band metían ruido, un ruido cafre, caníbal, ritmado brutalmente. Había entre ellos un tío sentado ante un bombo en el que se insertaban unas tabletas, unos platillos, unos hierros, unas cajas, un klaxon, un pandero de húngaros, unos cascabeles, una cuerna de caza, unos calderos de cobre, unos cencerros… El tío aquel, mediante palillos, mazos y pedales, hacía sonar su heterogénea batería furiosamente. Otro, con una flauta de pistón, modulaba una cosa entre silbido y aullido; y por si era poco, el individuo del violín andaba entre la gente lanzando graznidos y haciendo piruetas mientras manejaba el arco como un serrucho. A semejante conjunto de estridores, trompetazos y gañidos se llamaba simmy.

Estas apreciaciones dejan traslucir la opinión negativa del cronista hacia estas nuevas manifestaciones musicales. Tanto la música de jazz como el baile asociado a la misma suscitaron desde un principio airadas críticas y debates entre sus aficionados y los defensores de la tradición.

Grabaciones.

En cuanto a las grabaciones de jazz publicadas en España, ya hemos comentado que los primeros discos de la Original Dixieland Jass Band, publicados en Estados Unidos en 1917, se comercializaron en España desde el año siguiente. 

Durante los años 20, se podían comprar en nuestro país discos de la orquesta de Paul Whiteman, del británico Jack Hylton o incluso de auténticos músicos de jazz, como Jelly Roll Morton, Duke Ellington o Louis Armstrong, como puede verse rastreando los catálogos de Odeon, La Voz de su Amo, Parlophone, la Columbia española o incluso de sellos nacionales como Fonográfica Delfos.

Pero también se publican discos de orquestas españolas como las citadas Orquestrina Nic-Fusly (“Indianola”, “Alabama Jubilee”), Orquestina Verdura (“Alabama Jubilee”) Demon Jazz Band (“Demon’s Charleston”, “Lingerie Jazz”), Michigan Jazz Band (dos shimmies de títulos curiosos: “Qué gran es Barcelona”, “Es mucho Madrid”), Orquesta Tziganes Planas (“Yes, we have no bananas”), Orquesta Excelsior (“Waya wais”, “Shimmy d’amour”, “Kiss me”), Orquesta Dajos Bela (curiosa grabación de un tema titulado “Ku-Klux Klan”), Jazz Band Ibarra (“Tutankhamen”).

Literatura.

La primera mención al jazz en las vanguardias literarias se produce en el Ultraísmo. Este es un movimiento poético iniciado en 1918, en oposición al modernismo y al novecentismo, y que tenía un gusto especial por el mundo moderno y por todos los avances técnicos. El jazz aparece, por ejemplo, en algunos poemas de Guillermo de Torre: “Jazz-band / Evocación de los rascacielos / que trepan hacia la luna” (“Trapecio”, en Hélices, 1923); Lucía Sánchez Saornil (que firma como Luciano de San-Saor): “La noche ciudadana / orquesta su Jazz Band / Los autos desenrollan / sus cintas sinfónicas por las avenidas / atándonos los pies” (“Panoramas urbanos”, en la revista Ultra nº 18, 10-11-1921); José Rivas Panedas, que define la lluvia como “Jazz band en el cielo” (“He de cortar ramas de sol”, en la revista Grecia nº 43, 1-6-1920); y Francisco Vighi, que define el jazz como “música esdrújula” (“Actualidad (Incoherencia)”).

También el jazz tuvo una presencia significativa en el entorno de la Generación del 27, aun cuando no tanto en las obras como en la vida de sus autores. Pedro Salinas contaba que, en la Residencia de Estudiantes, solían organizar reuniones para bailar y escuchar discos de jazz después de cenar cada viernes. Pepín Bello contaba que él, Luis Buñuel y Dalí eran asiduos del Rector’s Club, en los bajos del Hotel Palace; y Federico García Lorca, en su viaje a Nueva York (1929-1930), entró en contacto con algunas figuras claves del Renacimiento de Harlem (Nella Larsen y probablemente Langston Hughes) y tuvo ocasión de conocer el jazz más auténtico. El propio Lorca contó en una conferencia sobre Poeta en Nueva York (1932) cómo visitó en una ocasión un local entonces muy famoso en Harlem y, frecuentado tanto por blancos como por negros, el Smalls Paradise.

Quizás el autor de este grupo más en sintonía con el jazz fue José Moreno Villa, que teoriza sobre el nuevo género y sobre su función social en sus obras Pruebas de Nueva York (1927) y Jacinta la pelirroja (1929), escritas ambas como fruto de una breve experiencia amorosa en Estados Unidos. En la primera dice: “No puedo figurarme cómo serían los Estados Unidos sin jazz (…). El negro ocupa el estrato más bajo de la sociedad, pero a través de su música influye sobre el modo de vida yanqui, pues ese jazz sincopado, quebrado y enervante se ha impuesto como música de baile para toda la sociedad y ha triunfado por su naturaleza eléctrica y embriagadora”.

No podemos dejar de citar a otra autora del movimiento, considerada una de “Las Sinsombrero”, Concha Méndez, poeta y editora, campeona de natación, amante del charlestón y el jazz, al que dedicó uno de sus poemas: “Jazz-band” (en Inquietudes, 1926).

Y también hay que citar en este apartado a otro literato, Ramón Gómez de la Serna, otro apasionado del jazz, como muestra en su poema “Jazzbandismo”, integrado en su obra Istmos (ENLACE).

Sobre estos temas recomiendo la lectura de: Influencia del jazz en la poesía de la Generación del 27, de Amanda Iturriaga Ruiz (TFM, UCM); «La urbe cosmopolita a ritmo de swing. La música de jazz en la literatura de las primeras vanguardias y de la Generación del 27», de Patricio Goialde Palacios (Musiker 18, 2011); “La generación del 27 y el jazz”, de Antonio Jiménez Millán (Litoral, nº 227-228).

Tobilleras, flappers y relajación moral
El jazz jugó un importante papel en el proceso de emancipación de la mujer en los años 20. Las citadas novelas (Entre el fox y el shimmy, La señorita que bordaba el charlestón, La melodía del jazz band) muestran el reflejo de un nuevo modelo femenino importado de Estados Unidos: las flappers, que en España recibieron el nombre de “tobilleras”.

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Edición del charlestón «Bolchevique» en Do-Re-Mi.
Un nuevo estilo de mujer joven, liberada de viejos convencionalismos, que lleva el pelo corto, se maquilla, bebe, se atreve a fumar (en 1925 se estrena el tango “Fumando espero”) y a conducir un automóvil, se viste de forma atrevida, juega al golf o al tenis, es más abierta sexualmente y, por supuesto, escucha y baila el jazz band. Si bien es cierto que este fenómeno no estuvo tan extendido en Madrid o Barcelona como en París o Nueva York, el fenómeno se dio, sobre todo entre las clases medias y altas.

Este ambiente de cierta apertura moral permitió el desarrollo, por un lado, de un incipiente movimiento naturista, que tuvo incluso su propia publicación, la revista Pentalfa. Por otro, el apogeo de un género que venía gestándose desde finales del siglo anterior, el de la literatura erótica, representada en estos años 20 por autores como Álvaro Retana o Joaquín Belda (precisamente autor de una novela titulada Tobilleras). Y cómo no, dio lugar también a la proliferación de espectáculos de corte sicalíptico, lo que se ha dado en llamar el género frívolo, que tuvo un enorme éxito en esos años. Esta moda de la sicalipsis llevó asociado además el fenómeno del travestismo dentro del mundo del espectáculo (se hicieron famosos artistas como Edmond de Bries en Madrid, o Carlos Saldaña “Alady” en Barcelona).


La radio

La radio, que comenzó a funcionar en España a partir de 1923: Radio Ibérica, Radio España, Radio Barcelona y, principalmente, Unión Radio (que con el tiempo se convertiría en la Cadena Ser).

Desde sus inicios, estas emisoras dedicaban una parte importante de su programación a la música, ya fuese música grabada o en directo. Así, por ejemplo, en el programa inaugural de Unión Radio en 1925 se incluyó una ecléctica selección de piezas interpretadas por la Jazz-Band Orquesta Ramalli, entre otras: “Maxim’s shimmy”, el pasodoble “Suspiros de España” y algunos fragmentos de zarzuelas. También aparecen muy asociadas a Unión Radio otras formaciones como la Jazz-Band Estrella, The Castillian Orchestra, la Orquesta Artys o la Orquesta Ibarra. De esta última se decía en la revista Ondas (publicada por la propia emisora):

“Su doble aspecto de jazz-band americana y orquesta clásica la permiten interpretar con igual maestría las alegres notas del fox-trot o la página musical más selecta”.

Por cierto, que esta Orquesta Ibarra interpretará lo que se consideró el himno oficioso de la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929, un fox titulado “Always Sevilla, yes” (se encuentra fácilmente una versión posterior que hizo Celia Gámez con la Orquesta Odeón).


El cine

Los años 20 son la popularización del cine y del paso del cine mudo al sonoro. Dentro de las producciones españolas hay que citar.

El negro que tenía el alma blanca, adaptación de la citada novela de Alberto Insúa, dirigida por Benito Perojo. Su primera versión de 1927, en versión muda, está protagonizada por una jovencísima Conchita Piquer.La obra tuvo tanto éxito que en 1934 el mismo director hizo una nueva versión, esta vez sonora, y se hizo otra posterior en 1951, en esta ocasión dirigida por Hugo del Carril.

De ese mismo año puede destacarse el mediometraje La terrible lección, dirigido por Fernando Delgado, en la que se cuenta la historia de un adicto al dancing que contrae la sífilis de resultas de su vida desordenada. 

La película brinda la oportunidad de contemplar un dancing de la época, con su orquesta de jazz, la Holmann Jazz, compuesta por tres violines, contrabajo y una batería tocada por el único negro del conjunto. Se trata de una cinta de carácter didáctico producida por el Ministerio de la Gobernación, como parte de una campaña oficial de prevención contra las enfermedades venéreas.

En diciembre de 1928 se estrena en España, con gran éxito de público, la segunda película de Josephine Baker, La sirena de los trópicos (La sirène des tropiques, 1927), en la que se puede ver bailando el charlestón. El año siguiente se estrena el considerado primer largometraje sonoro: El cantor de jazz (The Jazz Singer, 1927), dirigido por Alan Crosland. En su estreno en el Palacio de la Prensa en Madrid, un joven Ramón Gómez de la Serna haría una presentación de 15 minutos sobre el jazz, que fue publicada posteriormente en La Gazeta Literaria y más adelante incluida con el título de «Jazzbandismo» dentro de su obra Ismos (1931).

Curiosamente, unos años antes, Conchita Piquer había sido protagonista de la que sí podría ser la primera película sonora de la historia, una cinta musical de 11 minutos grabada en Estados Unidos y dirigida por Lee DeForest ¡en 1923!

Bibliografía.

– Ignacio Faulín Hidalgo: Bienvenido Mr. USA: la música norteamericana en España antes del rock and roll. Milenio, 2015.

– José María García Martínez: Del fox-trot al jazz flamenco: el jazz en España, 1919-1996. Alianza, 1996.

– Iván Iglesias: La modernidad elusiva: jazz, baile y política en la Guerra Civil española y el franquismo (1936-1968). CSIC, 2017.

– Mario Lerena: “‘No me olvides’: fuentes y apuntes para una memoria del jazz en la Costa Vasca (c. 1917-1927)”, en Jazz-Hitz, 01 (2018).

– Andrea Lobo Dueñas: Presencia y representaciones de la mujer en el jazz en España (1919-1936). Universidad de Valladolid (TFG), 2016.

– Jordi Pujol Baulenas: Jazz en Barcelona 1920-1965. Almendra Música, 2005.

– Manuel Recio: «Inicios del Jazz en España» en el blog La música es mi amante (http://lamusicaesmiamante.blogspot.com.es)